LA PATATA: CARLOS III EL IMPULSOR DE SU CONSUMO
(El movimiento de la Ilustración, atento a
todos los progresos agrícolas del momento, apostó por fomentar la siembra de
nuevas especies para solucionar el problema del hambre y la carestía del trigo.
Así, apadrinada por los ilustrados franceses, fue como la patata triunfó por
fin en España.)
Al igual que en España,
existe cierto embrollo a la hora de fechar la llegada de la patata al resto de
Europa. Es posible que viajara a Nápoles y Flandes de la mano de los tercios
españoles, que la consumían como alimento barato para soldados y animales de
carga. A otros países llegó directamente de América o a través de botánicos y
naturalistas o por relaciones diplomáticas debido a que se le atribuían
propiedades medicinales.
(Esquema de la difusión del cultivo de la patata)
A mediados del siglo XVI
la papa estaba ya presente en Inglaterra, Irlanda, Italia, los Países Bajos y
Alemania. A pesar de la reticencia inicial de los labradores, demostró ser un
cultivo ideal: crecía en tierras frías, daba grandes cosechas y podía sustituir
los hidratos de carbono del trigo u otros cereales en la alimentación.
(Los comedores de patatas de Van Gogh)
Su popularidad se
incrementó durante la Pequeña Edad de Hielo del siglo XVIII y en épocas de
guerra, puesto que al estar oculta dentro de la tierra no era arrasada por los
ejércitos enemigos.
El éxito de la patata se
hizo esperar. Antoine Parmentier, agrónomo y farmacéutico mayor de la Casa Real
de los Inválidos e introductor de la patata en Francia, conoció de primera mano
los beneficios alimenticios del tubérculo en sus días como prisionero de Prusia
durante la Guerra de los Siete Años.
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(Antoine Parmentier) |
Hasta el momento era un cultivo de jardín apreciado por la estética de sus flores o al que se le atribuían propiedades medicinales o afrodisíacas, destinado a la alimentación del ganado, principalmente para los cerdos o para los indigentes de los hospitales o prisiones.
Ya de vuelta a Francia, se
dedicó a los estudios de nutrición y centró su atención en esta planta, cuyo
cultivo estaba prohibido en Francia por considerar que causaba la lepra.
Las frecuentes crisis
alimentarias hacían urgente encontrar fuentes de alimentación alternativas ,y
en este sentido, la Academia de Besançon
convocó un concurso en 1772 para encontrar “plantas capaces de sustituir las
comidas habituales para alimentar al hombre en épocas de escasez” que
fue ganado por Parmentier. Pero a pesar de su encendida defensa de este cultivo,
no logró superar la reticencia general.
Viendo
la cerrazón mental tan extendida, Parmentier recurrió a la astucia. En
1787: plantó patatas en cincuenta y cuatro fanegas de tierra que el
rey Luis XVI le concedió en las afueras de París y puso guardias a
vigilarlas de noche, dando a entender su gran valor y advirtiendo a los
centinelas para que hicieran la vista gorda ante posibles robos. La gente
dedujo que si los privilegiados apreciaban tanto la patata no debía ser
tan mala.
Dicho
y hecho, las parcelas eran saqueadas regularmente y la patata se
libró así, poco a poco, de su estigma. Siendo sus resultados tan positivos, que a partir de este
instante, el cultivo de este tubérculo, se extendió y adquirió gran importancia
en la economía agraria, hasta el punto de que a finales del siglo XVIII, era
considerado articulo de primera necesidad y uno de los principales cultivos.
(Federico II observando el cultivo de patatas)
La
patata venia cultivándose en España en zonas de Galicia y Andalucía, pero como
en el resto de Europa fue una crisis alimentaria la que abrió una oportunidad a
este tubérculo. Para superar la hambruna de 1730-1735 ya que en esta época los
castaños sufrieron una epidemia y se redujo sustancialmente la producción de
castañas que eran la base de la alimentación en Galicia. Los monasterios feudales
de la Galicia central obligaron a sus colonos a plantar y consumir la patata. Eran
años de hambre y peste y los labradores fueron muy reacios a usar la patata
como alimento ya que se le atribuía como la causante de la peste y otros males
y se las conocía como la raíz del diablo.
Los
ilustrados eran propicios a adoptar innovaciones agrarias de cara a mejorar la
productividad y paliar las cíclicas crisis de subsistencias. Con este fin se
adoptaron nuevas técnicas de cultivo y nuevas especies para cultivar. Con este antecedente,
el irlandés Enrique Doyle sembró patatas en 1780 procedentes de su país para
convencer al rey y a su ministro Floridablanca de las bondades del tubérculo.
Cinco
años después se publicó una Real Orden con instrucciones a cerca de la cría,
cuidado y uso de esta planta “cuyas utilidades son dignas de consideración”.
Eran nutritivas, sanas y baratas y las sociedades de amigos del país ayudaron a
difundir su cultivo y en pocos años se convirtieron en el rancho común de buena
parte de los españoles.
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(Carlos III comiendo ante su corte) |
En
torno a 1790 su uso se había extendido, pero originalmente se destinó en buena
medida a la industria panadera, pues cocidas y mezcladas con harina y levadura
se elaboraba un pan de patata que se mantenía fresco muchos días y era muy
apreciado por las clases más populares.
Pero
fue durante la Guerra de Independencia cuando su uso se extendió de forma definitiva
para paliar las crisis alimentarias que se dieron durante este conflicto.
Por si alguien se lo pregunta, la tortilla española o de patata no surge en estos momentos (aunque existen múltiples teorías) sino posteriormente durante las guerras carlistas, según algunos como rancho de circunstancias pata la tropa o como cena improvisada para el general Zumalacárregui.